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El arma en una mano, la fe en la otra: el secreto de la victoria de Israel

Por César Echezuría


La verdadera fortaleza de Israel no está solo en su ejército ni en su tecnología, sino en su alma. Como dice Zacarías 4:6: “No es con espada, ni con ejército, sino con mi espíritu”. En estos tiempos de guerra, soldados y ciudadanos israelíes avanzan con el corazón firme y una certeza compartida: la victoria vendrá, porque no caminan solos… caminan con Adonai.

 

Dos armaduras, un mismo propósito

 

En una historia cotidiana, tan poderosa como aleccionadora, vemos la imagen silenciosa de un reservista israelí se preparaba al amanecer. A un lado, su pistola; al otro, su bolsa de talit y tefilín. No fue una puesta en escena. Fue un reflejo sincero de lo que hoy late con fuerza en todo Israel: la combinación de lo físico y lo espiritual, de la defensa con las manos y el clamor con el alma.

 

Ambas cosas son necesarias. Ambas cosas son sagradas. En medio de la guerra, se ha vuelto común repetir la frase: “Juntos venceremos”. Pero esta unión no es solo logística ni militar. Es una unión de sentido, de valores, de fe.

 

Con Adonai, no delante ni detrás… sino al lado

 

Israel no está dividido entre los que luchan con armas y los que luchan con oraciones. Todos, de una u otra forma, aportan una parte vital de la misión:

  • Algunos llevan sus tefilín al frente.
  • Otros conducen tanques o aviones.
  • Otros cocinan, visitan heridos, consuelan a los que lloran, o simplemente envían un mensaje: “Estoy contigo”.

 

La fuerza de Israel está en esta sinfonía de cuerpos y almas, en esta red de apoyo donde cada gesto importa. No se trata de medir qué acción vale más, sino de reconocer que todo lo que se hace con amor y fidelidad tiene un valor eterno.

 

Más que coraje: fidelidad

 

Israel no ganará por ser invulnerable, ni por tener miedo. Ganará porque no ha perdido su identidad: Es un pueblo que camina con Dios, en medio de los escombros, con lágrimas y con esperanza.

 

El mensaje de la Torá es claro: “Si caminas conmigo, te daré mi bendición” (Levítico 26:3-4).

 

Ese “caminar” es literal. No se trata de correr adelante ni de quedarse rezagado. Se trata de andar junto a Adonai, confiando, obedeciendo, sirviendo, luchando, esperando.

 

Reflexión final: la victoria verdadera

 

Para los cristianos que amamos a Israel, esta historia nos deja una lección tan actual como profunda. No se trata de elegir entre la acción y la fe, sino de unirlas. No basta con orar sin actuar, ni con actuar sin oración. Israel lo está haciendo, día a día, con dolor, pero con convicción.

 

El pueblo de Dios ha comprendido que la victoria no viene de la espada, sino de la fidelidad. Y que el mayor poder no es la fuerza, sino la unidad que nace del espíritu.

 

Conclusión

 

Hoy, cuando vemos a Israel resistir, defenderse y mantenerse firme, no miremos solo su tecnología militar. Miremos sus corazones, su fe, su historia y su esperanza.
Caminar con Adonai no es una estrategia. Es la promesa que asegura el futuro.


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