Editorial 4 de octubre

 

Yom Kipur y Sucot: Tiempo de perdón, reflexión y alegría en la presencia de Elohim


Cada año, el calendario hebreo nos invita a un momento sagrado de introspección, arrepentimiento y renovación: Yom Kipur, el Día del Perdón. Inmediatamente después, Sucot nos recuerda la alegría de habitar bajo la protección de Dios. Para los cristianos que amamos y bendecimos a Israel, estas fechas tienen también un profundo valor espiritual.


Por César Echezuría

Yom Kipur: el día más solemne

Yom Kipur, el Día de la Expiación, se celebró este año desde el atardecer del 1 de octubre hasta el anochecer del 2. Es el día más sagrado para el pueblo judío, dedicado al ayuno, la oración y el arrepentimiento.

La tradición enseña que en este día Dios sella el destino de cada persona para el nuevo año. Por eso, millones de judíos se reúnen en sinagogas de todo el mundo, pidiendo perdón por sus faltas y buscando reconciliación con Dios y con sus semejantes.

Para nosotros, cristianos amantes de Israel, Yom Kipur es también una oportunidad para detenernos, examinar nuestro corazón, y agradecer por el perdón que hemos recibido. Es un día para pedir perdón, para restaurar relaciones rotas, y para renovar nuestro compromiso con la justicia y la compasión.

 Sucot: la alegría de confiar en Elohim

Solo cinco días después, comienza Sucot, la Fiesta de los Tabernáculos, que este año se celebrará del 6 al 13 de octubre. Durante esta semana, las familias judías construyen una sucá, una especie de cabaña temporal con techo de ramas, recordando los 40 años en que el pueblo de Israel habitó en el desierto, bajo la guía y el cuidado del Señor.


Sucot es una fiesta alegre, donde se celebra la fidelidad de Dios, su provisión, y la belleza de vivir con sencillez bajo su protección. Es costumbre invitar a amigos y compartir comidas en la sucá, decorada con frutos y luces, como símbolo de hospitalidad y gratitud.

Una invitación para los cristianos

Yom Kipur nos llama al perdón. Sucot nos llama a la confianza. Ambas fiestas, tan diferentes, pero tan conectadas, nos muestran el corazón del Dios de Israel: misericordioso, justo, presente.


En estos tiempos de confusión, guerras y tensiones, estas celebraciones nos recuerdan que hay un camino de retorno. Un camino de renovación interior. Y que vale la pena seguir construyendo puentes entre cristianos y judíos, desde el respeto, la gratitud y la fe.

 Versículo para reflexión final

 “Y pondré mi morada en medio de ustedes, y no los aborrecerá mi alma. Y andaré entre ustedes, y seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo” (Levítico 26:11-12)


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