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El inminente colapso interno iraní y los riesgos para la región
Irán atraviesa una crisis profunda que amenaza con transformarse en colapso político. Las luchas internas, el descontento social y la presión internacional configuran un escenario que podría reconfigurar el mapa del Medio Oriente… y afectar directamente a Israel.
Por César Echezuria
Irán se tambalea: mientras las tensiones internas y la represión social aumentan, el régimen enfrenta el riesgo de una implosión que puede desestabilizar toda la región. Israel y el mundo observan con atención el curso de los acontecimientos.
La República Islámica de Irán vive momentos de gran incertidumbre. Las protestas que estallaron tras la muerte de Mahsa Amini en 2022 no fueron hechos aislados: expresan un hartazgo social, económico y político que ha ido creciendo dentro de una sociedad controlada por una cúpula religiosa cada vez más desconectada del pueblo.
A esto se suma la lucha de poder tras la muerte del presidente Ebrahim Raisi en 2024 y la debilitación física del líder supremo Ali Khamenei, lo que ha desatado una pugna feroz entre sectores ultraconservadores, reformistas y los poderosos Guardianes de la Revolución. El aparato represivo se sostiene, pero el país se tambalea.
Pero el peligro no es solo para Irán: una guerra civil o implosión interna podría generar un vacío de poder que desestabilice aún más a países vecinos como Irak, Siria, Líbano y Yemen, donde Irán ejerce influencia a través de milicias aliadas.
Desde la perspectiva israelí, el colapso de Irán tendría consecuencias ambivalentes: por un lado, debilitaría al principal financiador del terrorismo antiisraelí (Hezbolá, Hamas, la Yihad Islámica); pero, por otro, podría desencadenar una espiral de violencia regional difícil de controlar. Israel debe, por lo tanto, prepararse para ambos escenarios.
Por César Echezuria
La República Islámica de Irán vive momentos de gran incertidumbre. Las protestas que estallaron tras la muerte de Mahsa Amini en 2022 no fueron hechos aislados: expresan un hartazgo social, económico y político que ha ido creciendo dentro de una sociedad controlada por una cúpula religiosa cada vez más desconectada del pueblo.
A esto se suma la lucha de poder tras la muerte del presidente Ebrahim Raisi en 2024 y la debilitación física del líder supremo Ali Khamenei, lo que ha desatado una pugna feroz entre sectores ultraconservadores, reformistas y los poderosos Guardianes de la Revolución. El aparato represivo se sostiene, pero el país se tambalea.
Pero el peligro no es solo para Irán: una guerra civil o implosión interna podría generar un vacío de poder que desestabilice aún más a países vecinos como Irak, Siria, Líbano y Yemen, donde Irán ejerce influencia a través de milicias aliadas.
Desde la perspectiva israelí, el colapso de Irán tendría consecuencias ambivalentes: por un lado, debilitaría al principal financiador del terrorismo antiisraelí (Hezbolá, Hamas, la Yihad Islámica); pero, por otro, podría desencadenar una espiral de violencia regional difícil de controlar. Israel debe, por lo tanto, prepararse para ambos escenarios.
Relevancia para Israel y el mundo cristiano
El destino de Irán no es solo una cuestión política. También lo es espiritual. En la Biblia, Persia (antiguo nombre de Irán) ocupa un lugar significativo. Hoy, los cristianos, amantes de Israel, están llamados a orar no solo por la seguridad de Israel, sino también por el despertar espiritual de un pueblo que ha sido oprimido por un régimen que siembra odio. La caída de ese sistema podría abrir una puerta a la libertad, a la justicia y, tal vez, a una nueva era para toda la región.
